viernes, 5 de noviembre de 2010

Like a Virgin y el corpiñoescondite..

Hace días me pasa que tengo un problema con la versión de Like a Virgin del Confession Tour the Madonnna. No la versión original, ni los remixes, no! La versión del Confession Tour.

Ayer la escuche 26 veces en repeat ponele. Ya lo sé! Es mucho, pero suelo ser así de enfermo con la música!

Aparte díganme: a quién no le pasa? A quien no le pasó que re te copaste con una canción y luego de varios repeats el resultado fue que en tu casa te terminan gritando: Me tenés las bolas llenas con esa canción!!!; O: me tenés podrido!!; o: Cortala con ese temaaaaaa!!; O cosas similares o parecidas (la gente últimamente se pone muy creativa a la hora de insultar y no sé porqué) (virgi dixit)

El punto es que yo tengo la capacidad de escuchar tantas veces un tema de seguido sin quemarlo (hablo de mi claro) aunque a veces también me freno un toque y me digo a mi mismo: boludo cortala acá porque onda ya está con este tema. Entonces me rescato un toque y freno.

Para suerte mía, ese extraño efecto se hace presente con algunas canciones nada más, sino mi cabeza sería más caótica de lo que actualmente es.

Supongo que este fenómeno o suceso, se manifiesta en todas las personas, no de la misma forma exactamente sino diferente y son aquella que comúnmente las llamamos locuras, enfermedades o manías de cada uno (se que estoy tocando un tema jodidísimo eh)

Por ejemplo me paso (creo que ya lo comenté en mi twitter - @eltoroh siganme ;) hahahah) en la línea D, en esa clásica situación de estar yendo al laburo, vagón lleno de personas, caras a medio despertarse, 9 de la mañana, la minitah que sube a cara lavada y se sienta saca la cartuchera/nessessaire con #solodiossabecomometioahitantos cosméticos y comienza el revoque correspondiente, el flaco que esta a punto de babearse encima mientras duerme, y todos esos personajes del subte que vos y yo conocemos muy bien.

Bueno la cosa es que entre todos estos individuos y sus estados emocionales, yo, pasajero habitual del subte, me muevo de lugar y me paro justo frente a ella. Sí, ella. Ahí estaba sentadita, tendría unos 50 y algo (lo sé esas señoras cincuentonas me llaman la atención) y se nota que se venía morfando todos los postres que tenia 14 años, porque estaba sentada y sus cortitas piernas que colgaban (me causaban muuuucha ternura) estaban cruzadas tobillo sobre tobillo, fácilmente podrían llenar medio asiento más, pero desarrolló a lo largo de los años aquella famosa milenaria técnica de acomodar el super traste en estos asientos libres que quedan en el medio de la fila. Cabello al hombro de rulos con una jovial hebillita en forma de mariposita en uno de sus lados sujetaban ese rulo molesto. Venía dormitando.

Yo desde mi altura (a centímetros del techo) la miraba no?

Llevaba un escote tremendo digno de sus tetas (que sumadas a sus piernas fácilmente solucionarían el hambre en Mozambique).

En uno de esos sacudones que dan estos medios masivos de transporte, y que sacude a todos el mundo, comienza a sonar un celular. De golpe ella sale de su sueño un tanto perturbada, y como si la hubieran asustado (no se como hace para dormir ciertas personas en el quilombo del subte). Atolondramente mete la mano en su escote y de su corpiño saca un celular, lo abre, mira. SMS. Saca de su diminuta cartera que lleva en el regazo un par de anteojos que acomoda, sacudiendo la cabeza como las minas de las propagandas de sedal. Responde el SMS. Guarda los anteojos. Mete el celular de nuevo en su corpiñoescondite, que te aseguro que es más seguro que la baticueva de Batman. Y sin más se sumerge nuevamente en su sueño casi automáticamente.

Yo anonadado ante esa situación, miro hacia mis costados para ver si había algún otro espectador de dicho espectáculo, pero como diría Gladys La cosmeatra: Producción? Nadie.

Se levanta alguien, me siento en ese lugar, sigo viaje yo también.

Ahora, cada uno de nosotros tenemos mil manías, mil formas de manejarnos, y es eso que nos hace tan nosotros, como la flaca que se hace chapa y pintura o el pesado que escucha mil veces la misma canción, o el que guarda el celular en el corpiño.

Cada una de esas cosas que nos hacen únicos.. cada detalle, cada raye.. cada arranque.. nos hace increíblemente interesantes (o no) y nos da un gusto singular e irremplazable.

Son esas cosas los que nos hacen geniales!

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